Judith Sutz*
La telemática, además de ser una tecnología, se ha convertido actualmente en un mito. Originado en los países industrializados a medida que sus equipos y métodos se introducían en los más diversos aspectos de la vida social, está lleno de promesas. Algunas, las que tienen que ver con el éxito en la aplicación de la tecnología, se han cumplido. Sus beneficiarios principales son casi exactamente sus promotores: los gigantescos complejos industriales y financieros transnacionalizados y los cuerpos militares y policiales del planeta.
Son mucho más, sin embargo, las que están en el aire y constituyen la aureola del mito.
La más ambiciosa y global de todas es la que augura una nueva sociedad, la sociedad informatizada, en que este “informatizada” no es un adjetivo parcial, sino que describe la esencia de la transformación futura.
Dicho en palabras del informe Nora-Minc, uno de los estudios más sistemáticos y actuales sobre informática y sociedad: “En el tránsito de la sociedad industrial orgánica a la sociedad informática polimorfa, las relaciones de producción no constituirán la única matriz de la vida social, los conflictos cesarán de plantearse entre dos clases estructuradas por su papel en el proceso productivo, para pasar a hacerlo entre grupos móviles, su ámbito dejará de ser el trabajo y pasará a ser la ciudad, la salud, la educación”.
Pero el mito ha llegado a ser realmente tal porque se ha instalado en la vida cotidiana de la gente corriente. Los atributos de racionalidad e infalibilidad asociados a las computadoras han sido masivamente difundidos y la profundidad y acriticidad con que se aceptan son fácilmente explicables si se suma a la extendida presencia de las máquinas la casi total incomprensión sobre su funcionamiento (28).
Esa es la parte del fetichismo computacional que hasta ahora nos había llegado, incorporado indisolublemente al equipamiento transplantado.
Pero parecería que para el mundo subdesarrollado ha sonado la hora de las promesas globales: la revolución pacífica de sus sociedades y estructuras, telemáticas mediante.
Si la telematización juega un papel de creciente importancia para la gestión de las actividades económicas y políticas en los países centrales, y exige técnicamente- la incorporación del conjunto de las naciones a sus redes nada tendrá de asombroso encontrarnos en un futuro próximo inundados por los diagnósticos y soluciones basados en la identidad “desarrollo o modernización igual telematización”. Sin contar las propuestas que apuntando probablemente al mismo fin se presenten en forma menos explícita, a través de los más diversos convenios de cooperación.
Y seguramente serán muchos los que, a niveles gubernamentales, recibirán con los brazos abiertos una proposición que sin ser muy costosa ofrece tanto.
Lo que no resulta nada sencillo es pensar una alternativa. Hoy por hoy pretender cerrar las fronteras al flujo internacional de datos alegando asimetrías en su generación y utilización -cosa estrictamente cierta- es tan inviable como cerrarlas al comercio internacional.
Pero esto no tiene necesariamente que implicar la conversión de un país en un gran terminal.
Para evitarlo hacen falta sin duda capacidad técnica y voluntad política: el ejemplo de Brasil es indicativo en ese sentido. Pero no hay olvidar que si Brasil puede hoy poner algunas condiciones a la invasión telemática es porque desde hace diez años desarrolla una lúcida política para el sector electrónico-digital basado en una concepción realmente estratégica del problema. (29) Y Brasil es una excepción dentro del conjunto de nuestros países. Es incluso dudoso que su experiencia sea repetible: las redes telemáticas están a las puertas y las capacidades científico-técnicas locales son en general demasiado endebles para reclamar frente a ellas alguna forma de control. Aunque no más sea por esta razón el problema debe ser enfocado fundamentalmente como un problema político.
Si la visión mistificadora y apologética de la telematización -los espejitos a los indios- es aceptada acríticamente, en pocos años se puede crear una situación de difícil reversibilidad. Ya que entonces no serán sólo las filiales de multinacionales o las instituciones financieras las que operen con las redes, sino que de éstas pasarán a depender actividades claves del propio Estado.
Una alternativa viable entonces debería tener dos vertientes. Por una parte el impulso vigoroso y consecuente a las capacidades científicas y tecnológicas relacionadas: sólo si éstas son creadas será posible plantearse realmente la endogeneización del control y las decisiones. Y por otra, y en absoluto menos importante, el rechazo a un programa de acción que hace de la telemática la “solución final” para el subdesarrollo.
Entonces surge nuevamente la pregunta, con más razón habida cuenta del ya mencionado carácter político del problema: ¿quiénes, qué sectores darán la batalla por que la alternativa esbozada se haga viable?
Seguramente de muchas partes vendrán esfuerzos en ese sentido: de grupos técnicos progresistas, de sectores universitarios preocupados y atentos a la realidad nacional.
Pero la respuesta, como el problema, no puede ser sino global.
El renovado carácter de nuestra dependencia obliga a que estas cuestiones sean estudiadas e incorporadas a un programa de transformación real de la sociedad. Así, alternativas que expresan en lo científico y tecnológico una voluntad política transformadora, contarán con el imprescindible apoyo de todas las fuerzas que luchan por hacerla realidad.
1) “Ingeniería social de la inteligencia para el desarrollo” p. 4. Steven Dedijer. Documento No. 6 del Meeting “The knoledge Industry and the process of Development” París, Junio de 1980. OECD.
2) Ibid (1) p. 18 (subrayado nuestro).
3) Ibid (1) p. 11. Vale la pena señalar, sin embargo, que la alternativa sugerida contiene bien poco de la racionalidad que pretende. Dicho elocuentemente por Baran: “Tampoco debe dejar de considerarse el activo potencial imponderable, pero quizás el más valioso, que está siendo sistemáticamente desperdiciado por las empresas monopolistas, a saber, la pulverización del material humano en el molino degradante, corruptor y desmoralizador del vasto imperio de las corporaciones: el hombre y la mujer comunes cuya educación y desenvolvimiento están siendo torcidos y mutilados por estar expuestas al efecto contínuo de la producción, la propaganda y los esfuerzos de ventas de las grandes empresas”. La economía política del crecimiento F.C.E. p. 89.
4) Ibid (I) p. 12 o también “subdesarrollo es el atraso cultural que la modernización debe superar” p. 10.
5) Una situación parecida a ésta se dió con el Convenio Internacional de Patentes de París. Es bien conocido el efecto que tuvo sobre la industrialización de la periferia el haber uniformizado el espacio geográfico para la aplicación de patentes, en un contexto en que más del 98 por ciento de las patentes registradas tenían -y siguen teniendo- su origen en países desarrollados.
6) Le Monde Diplomatique, Noviembre 1979.
7) La cita de H. Magdoff es: “lo que digo no es que la nueva tecnología haya determinado el tamaño de la empresa y las tendencias monopolistas que acompañan a los grandes negocios; sino que más bien, la nueva tecnología ha proporcionado la estructura y a menudo la ocasión para las tendencias, completamente normales, de la industria capitalista a concentrar su poderío”. The age of imperilism. Monthly Review, Junio 1968.
8) Joseph Weizembaum Computer Power and Human Reason. W.H. Freeman and Co. p. 27.
9) Lo cual, una vez más, es una calificación histórica, no moral.
10) Actitudes ingenuas que son incentivadas por la masiva fabricación de mitos, como la que hacen los best-sellers “informáticos” del estilo de “La primera ola” o “El desafío mundial”.
11) Ibid (1) p. 8.
12) Y también en el trabajo de Nicolás Jéquier: “La inteligencia como instrumento para el desarrollo”.
13) Recomendándose para implementar esa solución la creación de una nueva categoría laboral: los inteligentólogos (intelligencers).
14) Habrá quienes afirmen que es imposible desglosar: que no se pueden “modernizar” aspectos elegidos y que entonces, junto con las mejoras se introducirán inevitablemente las lacras de las sociedades desarrolladas. Creer que este desenlace no es inevitable es quizás una profesión de fe, pero sin ella hablar de transformación social es mero palabrerío.
14’) Esta última afirmación se ve reforzada por el extraordinario éxito de la campaña de alfabetización nicaragüense, que le valió el premio Krupskaiya de la Unesco, en 1980.
14”) Presidente del “lnstitute for the lnformation Society” - Japón.
15) “Una nueva rea de redes de información globales: su impacto sobre los países en desarrollo”. Yoneji Masuda. Documento No. 5 del simposio “The knowledge industry..” Pag. 1.
16) Formas específicas que tomarían las Redes Globales de Información (GIN’s) en los países subdesarrollados.
17) Nota de la transcriptora: no hay información sobre este punto.
18) Ibid (16) p. 15.
19) Ibid (16) p. 14.
20) “El problema principal sigue siendo el ordenamiento del territorio a escala mundial, y particularmente la localización de las actividades terciarias superiores, del “cerebro del planeta”. Alain Madec, Presidente de la Comisión sobre flujos transfrontera de datos. Francia. Le Monde Diplomatique, diciembre de 1980.
21) Rita Cruise O’Brien. “Inequality of acces to specialised information in North-South negotiations” pag. 1.
22) Entre los participantes de este congreso se destacan: IBM, Bank of America, Digital Equipment, Citibank, Reader’s Digest, Mobil, Philips, Control Data, Chase Manhattan, Hoeschst, Dow Chemical, American Express, etc. Y Delegados de la Iglesia Mormona y el Vaticano.
23) Ibid (20).
24) Ibid (20).
25) Venezuela, por ejemplo, extiende el monopolio estatal al teleprocesamiento en 1972.
26) Es interesante en este sentido el florecimiento de una filosofía perfectamente liberal en torno a la transmisión internacional de datos. Una exposición meridiana de esta filosofía puede encontrarse en el artículo de Arthur Bushkin -asistente especial para la política de información en el Dto. de Comercio de EE.UU. aparecido en Le Monde Diplomatique, diciembre de 1980.
27) Jean-Pierre Chanoux, Le Monde Diplomatique, Dic. 1980.
28) Seguramente el funcionamiento de una planta nuclear es igualmente ignorado, pero la planta constituye un hecho singular, acotado geográficamente y con un producto único, energía. En cambio, en forma más o menos explícita, las computadoras se han incorporado a la rutina diaria de cualquier ciudadano, abarcando una enorme diversidad de actividades.
(29) Cabe aclarar que la política brasileña, con ser nacionalista en lo tecnológico, está lejos de ofrecer un modelo globalmente deseable. El problema no consiste solamente en que la capacidad científico técnica sea nacional, sino en que también lo sea el modelo de desarrollo al servicio del cual se pone esa capacidad.